Hay momentos en los que las lágrimas son una necesidad, un acto reflejo. Un nudo se forma en mi garganta hasta el punto de no dejarme siquiera respirar, hasta el punto de verme obligada a ahogar un grito de desahogo. Seamos sinceros, ¿nunca has sentido lo mismo que yo? ¿nunca has tenido unas ganas enormes de que te tragara la tierra,o que el mundo se te viene encima y es superior a ti?
Al escapar, intentar evitarlo, salir del pozo, te levantas sola, pero no te engañes, porque tarde o temprano volverás a caer. Es ley de vida, o más bien, vida sin ley.
Pero si no tropezasemos, no aprenderíamos a levantarnos solos, en ese momento en el que nadie está dispuesto a decir: ''Tranquila, yo estoy aquí, yo te levanto.'' En ese preciso momento es cuando empieza lo dificil.
De eso trata ser humano, ¿no?
De tropezar una y otra vez, para después levantarse, y volver a caer. Por suerte para mí, CREO que siempre tendré a alguien dispuesto a ofrecerme esa mano de la que muchos carecen, alguien dispuesto a ayudarme a dar un pasito más por el camino de esa ansiada felicidad. Y sí, lo paso mal, pero también hay días en los que el sol brilla por mi ventana, hay días en los que lo que más me apetece es una tarde con mis amigos, días de ganas de hacer el imbécil con ellas, tus cómplices de locuras, esos días en los que el mundo deja de caerse encima tuya,
para ser tu la que pueda con el mundo.
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